En tarde en la casa de la risa, un loquito subido en un banco, gritaba: - ¡Soy el Mesías! ¡He venido a salvaros! ¡He venido a repartir paz y alegria! Dios me ha encargado que os diga... - ¡Pará, pará, pará -dijo el Che loquillo- que yo no te encargué un carajo! Si querés, hablá por vos, pero a mí no me metás ¿Ta claro?
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