jueves, 10 de junio de 2010

Anorexica

lunes 21 de diciembre de 2009
Soy una anorexica fea y estupida
Insisto en que tengo mal la neurona del hambre (...la hambre, la mar,
la calor...). Hay una conexión extraña entre ella y la neurona de la
hueva porque de algún modo son hermanas, comadres, hijas de puta que
actúan en mi contra a pesar de habitar en mí y acercarme a la muerte.
Un día, de la nada, me da hambre y me da hueva levantarme a comer.
Preparar algo mínimo para la supervivencia (digamos unas
sincronizadas, que para nosotros los sureños son "quesadillas" pero
para los chilangos "quesadillas" son lo que para nosotros son
"empanadas" y para ellos las "empanadas" son algo que lleva pan y
nunca nos ponemos de acuerdo y terminamos gritándonos "pueblerinos",
"chilangos de mierda", "empanada tu puta madre", etc., desuniendo al
país en el proceso. Todo por unas quesadillas.) se convierte en una
tarea que se posterga por horas, hasta que el dolor estomacal se burla
de mí diciéndome "¿no que no te levantabas?"
Me da hueva preparar, masticar24, tragar. Me da una hueva infinita al
pensarlo y digo "no quiero comer". Y no como. Y bajo tres kilos en una
semana.
No lo hago por vanidad, por mantenerme flaco, lo hago por franca
hueva, desidia alimenticia. Al poco tiempo, me llega la factura: falta
de concentración, irritabilidad, apatía por las teiboleras del Jack
Black, dificultad en el habla, estupidez motora. Y pienso (porque ya
no puedo hablar) "creo que debo comer a mis horas". Soy huevón pero no
suicida.
Como puedo, me arrastro -para acentuar el drama- hasta la cocina, me
preparo un engrudo de esos que les dan a los negros africanos y me
siento internacional. Esto funciona bastante bien, además, a medida
que recupero fuerzas para odiar a la vida como nuestro señor Jesucrito
manda, ideo platillos con combinaciones indigestas pero que son las
napalm de la nutrición.
Luego, me compro unas vitaminas sin consultar a un nutriólogo (porque
sólo las mujeres, los obesos y los putos lo hacen), salgo a correr y
soy un tipo normal ejercitándose en su colonia popular. Es el cenit de
mi salud ya que después de eso viene la curva de la tragadera, que se
traduce en que me embuto de todo con todo (menos rodajas de pito...
bueno, en general no como pito, no importa la presentación) hasta que
me siento gorda y que nadie me quiere.
Nada esto me importaría si no fuera por los evidentes cambios de
humor. Un día soy un tipo platicador, congruente con mis ideologías
cavernarias, amante de la pésima música y criticón de la baja ralea
del 87% de la relaciones humanas; al día siguiente, sólo un tubérculo
sin opiniones.
Encontraré la falla de las comadres. Se caerán de culo cuando les
atrape en la movida. Volveré feliz a mi caja y dejaré de ser la
anoréxica estúpida que soy ahora.
Buenos días.
En: http://www.canibalitum.com/2009/12/soy-una-anorexica-fea-y-estupida.html

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